miércoles, julio 11, 2007

Don Fulgencio y la gasolinera

Contento con mi autito, entro a la estación de servicio. Bajo y busco la cerradura de la tapita del tanque. Podría haber seguido buscando toda la vida, porque no tiene. Entonces, debe estar adentro del auto. Bien, no está en ninguno de los 50 botones del tablero, no hay ninguna palanquita en el volante ni botón mágico alrededor. Abro la guantera, y gracias a Dios había un manual del usuario. Resulta que es una palanquita que está a la izquierda, abajo del asiento. Nunca la iba a encontrar. La tiro y la tapita mágicamente se abre. Bien, paso uno completado.
Como marca la costumbre, espero que alguien viniera a atenderme. Los minutos pasan, pero por suerte bill crosby baja de una camioneta al lado y me cuenta que es autoservicio. Ok, ya estuve en varias en buenos aires, asique…qué puede salir mal?
Me acerco a la máquina y las opciones disponibles eran: pasar la tarjeta de crédito, poner plata o monedas. No quería usar la tarjeta, no tenía cambio y monedas mucho menos. Ma' sí, agarro la manguera (sin dobles sentidos ;)) y me acerco a la tapita, total después pago adentro. Por una teta no fue vaca. Como diría bukowsky, estuve a 10 centímetros de la gloria. No llegaba la manguera, pero el pico quedaba justo en el borde, con unos centimetros adentro. Y proveeeeemos, total, que podemos perder. Limpieza, eso podía perder. El auto quedó todo enchastrado y milagrósamente no me salpiqué. Vamos de nuevo, me digo y meto en el agujero abierto la manguera chorreando (cada vez peor mis frases…). Vuelta a enchastrarse todo. Con esto confirmé el famoso dicho "el hombre es el único animal que tropieza 2 veces con la misma piedra". Guardo la manguera y por el enchastre que había hecho tenía que pagar obviamente. Aparte había un cartel más grande que la máquina que decía que no pagar era un delito federal y no se que mas. Lo que menos quería era tener problemas de ese tipo. Peleo con la máquina, pero no le pude encontrar la vuelta por más que Chuck Norris se bajo de su super camioneta y me quiso ayudar. Encaro para el negocio y le pido a uno de los pibes que me cobre y me acompañe. Que desastre, nunca tan humillado en mi vida. Acerco el auto a la máquina resulta y que primero había que poner la tarjeta y después cargar nafta. Malditos programadores, no se porque no se avivaron que el usuario podría cambiar los pasos del proceso. Termino de pagar, subo al auto y encaro para la autopista nuevamente. Como era de esperar, me pasé de la bajada que correspondía, hecho que provocó que conociera inconcientemente el otro lado del río Fox, que por cierto es muy lindo.


Ya subiré más fotos. Luego de varias vueltas, llego finalmente al hotel Howard Johnson. Bajo del auto todo chivado porque hacía un calor de la hostia y el aire acondicionado no alcanzaba para refrescarme un poco. Entro al hall del hotel, y qué había? Un casamiento…sí, yo todo chivado, con cara de orto y todo lo que se podían imaginar, y la gente de partuzza, vestida de punta en blanco. Obviamente, todos miraban raro al pobre chicano que estaba entrando en la puerta, que no era amigo del novio ni de la novia. Me registro y luego de tan terrible odisea, finalmente llego a la habitación...



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