miércoles, diciembre 12, 2007

De la mafia de Ezeiza, a la mafia de Chicago

Después de haber sobrevivido al Jádel dei, que merece un párrafo aparte, ya que estuvo MUUUY bueno (Por favor, pinche aquí: Jádel Dei ), el sábado por la noche me esperaba el vuelo que me llevaría a la madre patria (o la madre que los parió, como quieran verlo...). El vuelo salió relativamente puntual y yo tenía un asiento en la ventana, por lo que pude disfrutar de la vista de buenos aires de noche, con todas las lucecitas.


Mientras comía pude ver Ratatouille sin subtítulos, lo que me ayudó a ir afinando el oído. Llegamos a Miami junto con varios vuelos más, generando una enorme cola en inmigraciones. Como era de esperar, me hizo perder el vuelo. Pero ahora que soy un viajero experimentado(CUAKK!!), no me preocupe porque sabía que me iban a asignar al siguiente. Por suerte salía sólo una hora más tarde, asique no era tanto. Espero un rato y me dan un asiento de última, porque ya estaban todos tomados. También me tocó ventana, pero no sirvió de mucho porque durante todo el viaje no se vio un cuerno por las nubes. Mágicamente, el avión aterrizó. Digo mágicamente, porque no se vio la tierra hasta unos 10 segundos antes de que tocara tierra. Lo que puede la interné, vio doña? Lo bueno, fue mi sorpresa al ver que toda la ciudad estaba nevada. Para que se den una idea, miren cómo estaba el aeropuerto una vez aterrizados:
Con tan terrible tormenta, los vuelos estaban demorados, por lo que para desembarcar pasó casi una hora. A todo esto, terminamos bajando tipo 11 de la mañana. Ahora, a buscar el coche. Pregunto a un chicano (estos sudacas, no se porque no se van a su país), y no sabía donde tenía que ir. Salgo para buscar algún cartel, y el primer golpe del frío me da de lleno. Un frío de la osstia, nada que ver con lo calientito que estaba dentro del aeropuerto. Veo un bondi que pasa con el cartel de Avis, asique algo tenía que ver con el auto. El bondisero, muy educado, me dice que tenía que ir hasta tal oficina y bla-bla-bla. Llego y pido por la reserva, y la chica muy amable me ofrece un GPS. Gracias a Dios!! Porque sin eso era perderme seguro. Salgo a la playa de estacionamiento, esquivando piedras de nieve y tratando de no caerme por las patinadas en el hielo del piso. Ahora que sé cómo se viaja, lo primero que hago es apretar el botoncito de la alarma del coche. PIIIPP! Imagínense mi cara al ver que el sonido, venía de este cochecito…

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